Antes de discutir el Domingo de la Divina
Misericordia, quiero hablar sobre el hecho de que hoy el Papa Francisco
canonizado a dos ex papas: San Juan el vigesimo tercero y San Juan Pablo el
segundo. San Juan el vigesimo tercero ejerció el papado durante menos de 5
años, a partir de octubre de 1958 a junio de 1963, y es más conocido por la
convocatoria del Concilio Vaticano II. Le llamaban el Papa Bueno por su gentil
comportamiento. Por otro lado, el papado
del San Juan Pablo el segundo abarcó 27 años. Durante ese tiempo viajó por el
mundo - hizo 104 viajes al extranjero, más que todos sus predecesores
combinados, lo que le llevó a ser llamado el Papa Peregrino. Él era un promotor de la paz, un campeón de la
libertad, y un sanador de las divisiones. También es ampliamente reconocido por
la aceleración de la caída del comunismo, y la santidad de la vida humana.
Papa
Francisco programó su canonización para el Domingo de la Divina Misericordia
porque San Juan Pablo el segundo estableció esta fiesta en la canonización de
Santa Faustina el 30 de abril del 2000. En una cena después de la canonización de
Santa Faustina y el sorpresivo anuncio del establecimiento del Domingo de la
Divina Misericordia, San Juan Pablo el segundo comentó que fue el día más feliz
de su vida, porque había cumplido la voluntad de Cristo. No sólo estableció la
Fiesta de la Divina Misericordia, pero por la Providencia de Dios, El murió en
la vigilia de esta fiesta, cinco años más tarde, en abril del 2005. Sus últimas palabras escritas, grabadas desde
su lecho de muerte, pidieron una mayor aceptación y comprensión de la Divina
Misericordia. Había escrito su mensaje para ser leído al público el Domingo de
la Divina Misericordia, que fue leído en ese mismo día, y terminó con las
palabras "Jesús, confío en Ti, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero."
Así, hoy que es Domingo de la Divina Misericordia, el octavo día de la Fiesta de Pascua, el día en que recibimos un regalo muy especial de Pascua. Es el don del perdón total de todos los pecados y de las penas que ofrece la Iglesia en la forma de una indulgencia plenaria. Pero, ¿por qué hoy? La verdadera respuesta a la pregunta de "¿por qué hoy?" es que Jesús mismo eligió este día, (lo cual voy a explicar en un minuto); pero también hay un vínculo histórico a un día de la fiesta judía del Antiguo Testamento.
En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a Moisés que celebrara su fiesta más importante, el “Día de la Expiación”, una vez al año. Para prepararse para esa fiesta, deberían sacrificarse y ofrecer sacrificios de animales. En el último día de la fiesta de diez días, Dios perdonaría sus pecados. Era, para ellos, una preparación anual para el Juicio. Los Judios de hoy todavía celebran esta fiesta, que ellos llaman Yom Kippur. Nuestra Fiesta de la Divina Misericordia (Domingo de la Misericordia) es una forma moderna del "Día de la Expiación." Es una preparación anual para el Juicio, una fiesta anual para llegar perfectamente bien con Dios.
Así que, ¿qué tenemos que hacer para ganar la indulgencia plenaria (o completa)? Primero, tengo dos preguntas: ¿cuál fue el último regalo que Jesús dio a Su Iglesia antes de morir? Y ¿cuál fue el primer regalo que Él dió a su Iglesia después que resucitó de entre los muertos?... El último regalo fue el sacramento de la Sagrada Comunión, la Eucaristía en la Última Cena. Y el primer regalo después de su resurrección de entre los muertos, fue el Sacramento de la Confesión. Estos dos sacramentos comprenden la Fuente de la Divina Misericordia - los dos sacramentos necesarios para recibir el perdón total de los pecados y la penitencia en este día de fiesta. Recuerda lo que dijo Jesús a sus apóstoles en el evangelio de hoy: "Recibid el Espíritu Santo. Los pecados que perdonen les serán perdonados, y aquellos que retengan, les serán retenidos." Esta institución del Sacramento de la Confesión ocurrió la misma noche en que Jesús resucitó de entre los muertos, cuando los apóstoles estaban en el aposento alto escondidos por miedo a los Judíos.
Así, hoy que es Domingo de la Divina Misericordia, el octavo día de la Fiesta de Pascua, el día en que recibimos un regalo muy especial de Pascua. Es el don del perdón total de todos los pecados y de las penas que ofrece la Iglesia en la forma de una indulgencia plenaria. Pero, ¿por qué hoy? La verdadera respuesta a la pregunta de "¿por qué hoy?" es que Jesús mismo eligió este día, (lo cual voy a explicar en un minuto); pero también hay un vínculo histórico a un día de la fiesta judía del Antiguo Testamento.
En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a Moisés que celebrara su fiesta más importante, el “Día de la Expiación”, una vez al año. Para prepararse para esa fiesta, deberían sacrificarse y ofrecer sacrificios de animales. En el último día de la fiesta de diez días, Dios perdonaría sus pecados. Era, para ellos, una preparación anual para el Juicio. Los Judios de hoy todavía celebran esta fiesta, que ellos llaman Yom Kippur. Nuestra Fiesta de la Divina Misericordia (Domingo de la Misericordia) es una forma moderna del "Día de la Expiación." Es una preparación anual para el Juicio, una fiesta anual para llegar perfectamente bien con Dios.
Así que, ¿qué tenemos que hacer para ganar la indulgencia plenaria (o completa)? Primero, tengo dos preguntas: ¿cuál fue el último regalo que Jesús dio a Su Iglesia antes de morir? Y ¿cuál fue el primer regalo que Él dió a su Iglesia después que resucitó de entre los muertos?... El último regalo fue el sacramento de la Sagrada Comunión, la Eucaristía en la Última Cena. Y el primer regalo después de su resurrección de entre los muertos, fue el Sacramento de la Confesión. Estos dos sacramentos comprenden la Fuente de la Divina Misericordia - los dos sacramentos necesarios para recibir el perdón total de los pecados y la penitencia en este día de fiesta. Recuerda lo que dijo Jesús a sus apóstoles en el evangelio de hoy: "Recibid el Espíritu Santo. Los pecados que perdonen les serán perdonados, y aquellos que retengan, les serán retenidos." Esta institución del Sacramento de la Confesión ocurrió la misma noche en que Jesús resucitó de entre los muertos, cuando los apóstoles estaban en el aposento alto escondidos por miedo a los Judíos.
Ahora demos un vistazo a la propia
imagen de la Divina Misericordia. En
primer lugar, ¿de dónde viene? Vino del mismo Jesús, a través de una
pobre joven monja polaca llamada Hermana María Faustina Kowalska. Hermana Faustina tuvo visiones, y en estas
visiones tuvo conversaciones con Jesús. Él
le dijo que escribiera sus mensajes y revelaciones, por lo que ella llevaba un
diario. Faustina escribió que en la
noche del Domingo, 22 de febrero 1931, mientras estaba en su cuarto, Jesús se
le apareció como el "Rey de la Divina Misericordia" que llevaba una
túnica blanca con rayas rojas y pálidas que emanaban de su corazón. En su
diario escribió que Jesús le dijo: "Pinta una imagen según lo que ves,
y firma: "Jesús, en Ti confío." Deseo que esta imagen sea venerada primero en
su capilla, y luego en todo el mundo. Prometo que el alma que venere esta
imagen no perecerá." En el
mismo mensaje del 22 de febrero, Faustina escribió que Jesús le dijo que quería
que la imagen de la Divina Misericordia fuera "bendecida solemnemente
el primer domingo después de Pascua; ese domingo debe ser la Fiesta de la
Misericordia." Por lo tanto, Jesús, a través de Santa Faustina,
eligió el día de la Divina Misericordia, así como la imagen que iba a ser pintada
y venerada. Jesús le dio las instrucciones para la fiesta de Santa Faustina y
ella fielmente las grabó en su diario. Jesús dijo que "la Fiesta de la
Misericordia es un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para
los pobres pecadores. En el día de mi fiesta, la Fiesta de la Misericordia, que
pasará a través de todo el mundo y traerá almas desmayadas al manantial de Mi
misericordia. Yo las a sanaré y fortaleceré." Jesús dijo a Hermana Faustina que la pérdida
de cada alma le sumerge en la tristeza mortal. Si no hacemos todo lo posible
para salir a evangelizar a los pobres pecadores, e invitándolos a la fiesta,
entonces no estamos ayudando a Jesús con su deseo más profundo para salvar a
estos pobres pecadores.
En cuanto a la imagen en sí, Jesús está vestido con una túnica blanca, lo que significa que Él es un sacerdote. Él es el gran Sumo Sacerdote. Sus ojos están mirando hacia abajo. Jesús le dijo a Santa Faustina: "Mi mirada en esta imagen es como la mirada desde la cruz." Su mano derecha se levanta para indicar que Él está otorgando sus bendiciones sobre nosotros. Su mano izquierda está hacia un lado de su manto, lo que significa que Jesús está abriendo Su corazón para nosotros, mostrando lo mucho que Él nos ama. Las heridas de sus manos y pies ilustran que Él, como el Cristo resucitado, es el mismo Jesús que murió en la Cruz. Los rayos rojos y pálidos significan la sangre y el agua derramada en la crucifixión cuando Él fue traspasado por una lanza. Más específicamente, los rayos pálidos o blancos (agua) indican la purificación que recibimos en los sacramentos del bautismo y la confesión. Los rayos de color rojo (sangre) significan el poder vivificante de la Santa Eucaristía. Finalmente, las palabras: "Jesús, en Ti confío ", nos recuerdan la necesidad de confiar siempre en la misericordia de Dios. Como Jesús dijo a Sor Faustina: "las gracias de Mi misericordia se toman en un solo recipiente, y este es - la confianza. Cuanto más confíe un alma más recibirá." En la imagen, Jesús está caminando hacia nosotros con su pie izquierdo - que está haciendo el primer movimiento, que nos invita a confiar en él. Él nos pide que no tengamos miedo de acercarnos a Él y pedirle por su misericordia, en el Sacramento de la Confesión. Él nos está llamando para lavar nuestros pecados y recibir la Sagrada Comunión, sin mancha de pecado, porque Él nos quiere dar el regalo más grande absoluto posible hoy en día.
Para que la indulgencia sea plenaria, o incondicional, tenemos que estar completamente limpios del apego al pecado, así que tenemos que recibir la absolución de nuestros pecados a través del Sacramento de la Confesión. Tenemos que sentirnos cómodos acercándonos a Jesús esperándonos en el confesionario - así es, a Jesús. Él le dijo a Santa Faustina que cada vez que nos acercamos al confesionario, que Él mismo está esperándonos a nosotros; que Él sólo se oculta en el sacerdote.
En cuanto a la imagen en sí, Jesús está vestido con una túnica blanca, lo que significa que Él es un sacerdote. Él es el gran Sumo Sacerdote. Sus ojos están mirando hacia abajo. Jesús le dijo a Santa Faustina: "Mi mirada en esta imagen es como la mirada desde la cruz." Su mano derecha se levanta para indicar que Él está otorgando sus bendiciones sobre nosotros. Su mano izquierda está hacia un lado de su manto, lo que significa que Jesús está abriendo Su corazón para nosotros, mostrando lo mucho que Él nos ama. Las heridas de sus manos y pies ilustran que Él, como el Cristo resucitado, es el mismo Jesús que murió en la Cruz. Los rayos rojos y pálidos significan la sangre y el agua derramada en la crucifixión cuando Él fue traspasado por una lanza. Más específicamente, los rayos pálidos o blancos (agua) indican la purificación que recibimos en los sacramentos del bautismo y la confesión. Los rayos de color rojo (sangre) significan el poder vivificante de la Santa Eucaristía. Finalmente, las palabras: "Jesús, en Ti confío ", nos recuerdan la necesidad de confiar siempre en la misericordia de Dios. Como Jesús dijo a Sor Faustina: "las gracias de Mi misericordia se toman en un solo recipiente, y este es - la confianza. Cuanto más confíe un alma más recibirá." En la imagen, Jesús está caminando hacia nosotros con su pie izquierdo - que está haciendo el primer movimiento, que nos invita a confiar en él. Él nos pide que no tengamos miedo de acercarnos a Él y pedirle por su misericordia, en el Sacramento de la Confesión. Él nos está llamando para lavar nuestros pecados y recibir la Sagrada Comunión, sin mancha de pecado, porque Él nos quiere dar el regalo más grande absoluto posible hoy en día.
Para que la indulgencia sea plenaria, o incondicional, tenemos que estar completamente limpios del apego al pecado, así que tenemos que recibir la absolución de nuestros pecados a través del Sacramento de la Confesión. Tenemos que sentirnos cómodos acercándonos a Jesús esperándonos en el confesionario - así es, a Jesús. Él le dijo a Santa Faustina que cada vez que nos acercamos al confesionario, que Él mismo está esperándonos a nosotros; que Él sólo se oculta en el sacerdote.
Para
ganar la indulgencia plenaria especial que se ofrece hoy en día, la Iglesia nos
permite 20 días, antes o después de la Divina Misericordia, para recibir el
Sacramento de la Confesión. Así que, si no pudieron hacer una buena confesión
en los últimos 20 días, usted todavía tiene tiempo; no se pierdan esta
increíble oportunidad de tener todos sus pecados y castigos perdonados.
Recuerde, si usted piensa que está en estado
de pecado grave o mortal, la Iglesia enseña que usted debe ir a la confesión
antes de recibir la Sagrada Comunión. Si
usted ha ido a la confesión, pero ha vuelto a caer en el pecado venial, usted
debe hacer un acto perfecto de contricción antes de recibir la Sagrada
Comunión. La mayoría de las iglesias
tienen un sacerdote confesando el sábado por la tarde. Por favor tomen ventaja de este maravilloso
regalo que Jesús nos ha dado. Y después de que honren la petición de Jesús,
insten a otros a hacer lo mismo. El objetivo, la recompensa, es vida eterna en
el cielo.
En las palabras de La Coronilla de la Divina Misericordia: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal... Ten piedad de nosotros y del mundo entero. San Juan XXIII y San Juan Pablo II, reuega por nosotros.
En las palabras de La Coronilla de la Divina Misericordia: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal... Ten piedad de nosotros y del mundo entero. San Juan XXIII y San Juan Pablo II, reuega por nosotros.