Que recuerdan como comenzamos la misa? Que
fue la primera cosa que hicimos? Que
dijimos? Hemos hecho la senal de la cruz. Hemos hecho la senal de la cruz cuando Padre
Joe dijo: En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espiritu Santo. Verdad? Todos lo recordamos, si? Pero, nos
estamos eschucando lo que deciamos?
Estabamos prestando atencion?
Estabamos orando? Porque, realmente
es una oracion. O, simplemente diciendo
las palabras que siempre que decimos?
Cual es su respuesta? Humberto? Jean Pier?
Leslie? Cual es MI respuesta? A veces, no es buena.
Estas palabras no son solo una manera de
hacer las cosas comenzaron, como diciendo “hola, que tal?” como vemos por
primera vez a alguien. No. Estas palabras son la base misma de nuestra
fe. Miran Ustedes: Todo
lo que hacemos...todo lo que
decimos...debe hacerse en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espiritu Santo. Todo. Sin excepcion.
Amen?
Decimos que
somos Catolicos. Decimos que somos
cristianos. Pero, que significa
esto? Que significa por cada uno de
nosotros? Esto significa que somos
seguidores de Cristo. Somos seguidores de
las ensenanzas de la Santa Iglesia. Y
uno de las ensenanzas es que hay tres personas en un solo Dios, iguales en
divinidad, pero distintos en personalidad.
La doctrina de la relación interna del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo no puede ser plenamente comprendido por la mente humana. Es, por lo
tanto, un misterio. Esa ensenanza no se
define explícitamente, ni siquiera se
menciona, en la Biblia. Los primeros cristianos llegaron a la doctrina
cuando solicitaron su razón dada por Dios de la revelación que habían recibido
en la fe. Jesús habló acerca del Padre que lo envió (el Hijo) y sobre el
Espíritu Santo, que él iba a enviar. Dijo que el Padre le habia dado (al Hijo) todo
lo que tiene y que a su vez el le ha dado al Espíritu Santo todo lo que ha
recibido del Padre. En esto vemos la unidad de propósito entre las tres
personas de la Trinidad.
En la historia
de la salvación, que normalmente le atribuimos la creación al Padre, la
redención al Hijo, y la santificación al Espíritu Santo. Sin embargo, a pesar
de que son distintos como personas, ni el Padre ni el Hijo ni el Espíritu Santo
jamás existe o actúa en forma aislada de las otras dos personas de la Trinidad.
Estamos llamados
a ser como Cristo, y se nos da un modelo divino para seguir en la Santisima
Trinidad. En primer lugar, Dios no
existe en el individualismo solitario, sino en una comunidad de amor y de
compartir. Esto significa que un cristiano en busca de piedad debe rehusar toda
tendencia hacia el aislamiento. En
segundo lugar, el verdadero amor requiere "tres." La Trinidad nos
muestra que tres es la comunidad, tres es el amor en su máxima expresión. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.
Así como Dios es Dios sólo en una relación trinitaria, nosotros podemos ser
plenamente humanos sólo en una relación con los demás. Tenemos que estar en una
relación horizontal con los demás y una relación vertical con Dios. De esta manera nuestra vida se convierte
trinitaria como la de Dios. Yo soy cristiano en la medida en que vivo en una
relación de amor con Dios y con otras personas. Tenemos un ejemplo en nuestras familias: Padre, madre e hijo - el amor cuando se
perfecciona se convierte en una trinidad.
No hay nada en la vida que refleja más fielmente la realidad de la
Santísima Trinidad como la verdadera vida de familia. Porque es viviendo en una
familia que no sólamente pertenecemos el uno al otro, sino también en donde nos
descubrimos, nutrimos y afirmamos nuestras personalidades únicas e
individuales. Es una familia la que nos
hace individuos, y es que como individuos constituimos nuestra familia. Se
trata de la "familia" de la Santísima Trinidad, que constituye a
Dios. Así
es que aún y cuando no comprendamos plenamente el
misterio de la Santísima Trinidad, podemos imitar esta relación cuando vivimos
en el amor de unos a otros, y de Dios.
¿No es eso lo que Jesús nos pidió que hiciéramos hace unos 2000 años?
Sean benditos
todos de Ustedes—y por favor juntos conmigo, en voz alta, y con orgullo: en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.
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