Sunday, December 15, 2013

Homilia por el tercer Domingo de Adviento: Domingo de Gaudete

Homilia por el tercer domingo de Adviento: Domingo de Gaudete Hermanos y hermanas, es para mí un gran placer estar con ustedes en este tercer domingo de Adviento, llamado "Domingo de Gaudete." Gaudete (GAUDETE) en latín significa "Alégrate." Nos alegramos por la buena noticia de la venida de nuestro Salvador. Encendemos la vela de color rosa en la corona de Adviento y el Padre lleva vestimentas de color rosado, porque el rosado significa la alegría que debe estar en nuestros corazones, porque el nacimiento de nuestro Salvador está cerca. El Adviento nos recuerda la buena noticia de la venida del Mesías. Celebramos su venida en esa primera Navidad, y esperamos con entusiasmo el regreso de Cristo. Los pasajes de nuestras Escrituras este tercer domingo de Adviento presentan temas maravillosos de sanación y esperanza. Jesús viene como un sanador para completar - y santificar - el quebrantamiento de toda persona. Durante el Adviento recordamos la historia del pueblo de Dios y reflexionamos sobre la forma en que se cumplieron las profecías y promesas del Antiguo Testamento en Jesús. En la primera lectura de hoy, el Profeta Isaías describe la curación por el Mesías en términos que deberían de agitar nuestros corazones: los ciegos verán, los sordos oirán, el cojo saltará y el mudo cantará. En la segunda lectura, Santiago les dice a quienes le escuchan que "fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca. " Hemos escuchado este mismo mensaje predicado por Juan el Bautista en el desierto, el domingo pasado, cuando le dijo a la gente que venia a él para ser bautizado: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos esta cerca." En nuestro Evangelio de hoy, Juan está ahora en la cárcel, y él envía a sus discípulos a preguntarle a Jesús si él es el que ha de venir, o si deberían buscar por otro. Jesús no da un simple " sí" o " no" como respuesta. En cambio, Él les dice: "Vayan y digan a Juan lo que oyen y ven: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos escuchan, los muertos resucitan, y a los pobres se le proclama la buena nueva." En otras palabras, ¡exactamente lo que Isaías profetizó en el Antiguo Testamento se estaba haciendo realidad ante sus ojos a través de Jesucristo! Cuando los discípulos de Juan se iban, Jesús habló a las multitudes acerca de él, preguntándoles: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ... ¿a alguien vestido con ropa fina? ... ¿un profeta?" Jesús estaba tratando de averiguar lo que la gente esperaba encontrar cuando fueron al desierto en busca de Juan. De seguro, ellos no fueron al desierto buscando una caña sacudida por el viento -- alguien cuya enseñanza podría cambiar como el viento cambia de dirección. Tampoco fueron buscando a alguien vestido con ropa fina, como una persona de la realeza o de los fariseos o saduceos. Ellos fueron en busca de un profeta; ... pero ¿de qué clase? Las escrituras contienen muchos profetas. Los profetas eran dinámicos. Ellos desafiaron a la gente a escuchar, a cambiar, y seguir. Algunos se enfrentaron a los reyes apoyando la justicia, como Samuel; algunos eran miembros de la corte del rey, como Jeremías; mientras que otros eran gente común, como Amós, un podador de árboles. Los profetas eran diferentes, unos de otros, pero su mensaje era siempre el mismo: "Arrepiéntanse y Conviértanse." El mensaje de Juan el Bautista en el Evangelio de la semana pasada era: “Arrepiéntanse, el reino del cielo esta cerca. Juan no torció o endulzó la verdad. Él no les dijo a la gente lo que él pensaba que querían escuchar. Él no iba con la moralidad o la inmoralidad del día. John no era una caña sacudida por el viento. Él proclamó la verdad, y la verdad no cambió. La verdad atraía a la gente. Su bautismo era un bautismo de arrepentimiento. Las personas que escucharon su mensaje, y que estaban dispuestos a prestar atención a el, se dejaban sumergir en el río Jordán, decididos a cambiar sus vidas. Pero ¿qué pasa con nosotros hoy - ¿Qué es lo que vamos a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Venimos a la iglesia para recibir una emotiva experiencia con un guiño hacia la moralidad, una especie de "permiso implícito" para seguir la inmoralidad del día? ¿Queremos que nuestros sacerdotes y diáconos proclamen una nueva moralidad, una que no es auténtica, una que está más en sintonía con el relativismo moral que está dominando el mundo? ¿Venimos esperando que se nos de un conjunto de normas, con la creencia de que, a medida que cambian las costumbres de la sociedad, también lo harán las de la Iglesia? ¿O venimos buscando un profeta? ¿Venimos a la iglesia ... por la VERDAD?; ¿venimos buscando la gracia y el estímulo para hacer frente a las presiones de la sociedad?; ¿venimos a orar para que el reino de Cristo esté verdaderamente cerca y que, como católicos, tenemos el valor de nuestras convicciones para vivir ese reino aquí en la tierra? - ¿y para animar a otros a hacer lo mismo, a pesar de los ataques diarios? Ahora déjenme hacerles una pregunta aún más difícil: ¿A quién viene la gente a ver en ustedes? Ustedes tienen los miembros de sus familias, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, que vienen a ustedes con sus preguntas. ¿Vienen a ver una caña sacudida por el viento? ¿Vienen para tener a alguien que valide su estilo de vida - para decirles que "sean felices?" O , ¿están buscando a alguien que esté dispuesto a decir la verdad sobre Dios y sobre sus enseñanzas, sin importar el costo? Hermanos y hermanas, ustedes son profetas. Todos lo somos. Un profeta es alguien que está comprometido con la verdad de Dios. La gente viene a todos nosotros, sacerdotes, diáconos y fieles, para escuchar la verdad. La gente tiene el derecho a escuchar la verdad. Más importante aún, los católicos tienen la responsabilidad de proclamarla. ¿Por qué la gente viene a escuchar la verdad? Porque la verdad es atractiva. Nos lleva a una mejor comprensión de lo que somos. Esto nos lleva a donde podemos encontrar la felicidad. La verdad es atractiva porque nos hace libres para ser quienes Dios nos creó para ser. Este domingo es Domingo de Gaudete. Es el domingo en el que nos enfocamos en la alegría que tenemos porque el Señor vino al mundo esa primera Navidad y continúa entrando en nuestras vidas hoy. Nosotros lo amamos. Queremos seguirlo. Y sí, eso podría significar ir en contra de lo que muchos dicen es la nueva forma de vida. Al hacer esto, podemos estar negándonos “los placeres del día”. Pero rehusamos a negarnos a nosotros mismos lo que realmente importa: la presencia de Dios en nuestros corazones y en nuestras vidas. El mundo necesita profetas. El mundo necesita personas que vivan la Verdad de Dios, así como proclamar Su Verdad. Necesitamos profetas. Y necesitamos ser profetas para otros. Nuestro valor para vivir nuestra fe, traerá a otros a la felicidad ... a la Verdad ... a Dios. Oremos hoy por el valor de vivir nuestra fe, el coraje de ser profetas de la verdad, el coraje de ser profetas del Señor . Amen.

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