Hoy celebramos la fiesta del
Bautismo de nuestro Señor. Primero
recordemos que Jesús no necesitaba ser bautizado por Juan, porque El no tenía
pecados. Jesús al decirle a Juan que lo
bautizara, escogió dar al resto de nosotros un ejemplo que seguir, siendo
obediente a la voluntad de su Padre
Celestial. El demostró su amor por
nosotros y por Dios Padre, al permitir que Juan lo bautizara.
El bautismo es un volver a nacer. Debido a
la caída de Adán y Eva, todos nosotros hemos nacido con el pecado
original. El bautismo limpia la mancha del pecado de nuestras almas y nos
vuelve a hacer puros. Y el remover la
mancha del pecado original hace que el bautismo sea importante para nosotros y
para Dios. Dios quiere que todos estemos cerca de El, que no tengamos
pecados. El sacramento del Bautismo es la
primera manera que tenemos de alcanzar
la unidad con Dios que El desea.
El bautismo es comenzar de
nuevo. Todos experimentamos nuevos
comienzos en nuestras vidas. Para mi uno
de ellos fué el ser ordenado
Diácono para que sirviera a la
Comunidad Hispana aquí en la Parroquia del Espíritu Santo. Por favor, permítanme decirles que ha sido una experiencia
maravillosa para mi. Todos ustedes han
sido muy pacientes, muy bondadosos
y muy acogedores conmigo.
Yo he disfrutado muchísimo el tiempo que he pasado con ustedes. Yo siempre digo a la gente lo mucho que amo a
mi ministerio con ustedes. Así es que,
muchas gracias por hacer que mi nuevo comienzo esté siendo una experiencia tan
fantastico.
Pero todo este hablar de mi es suficiente…¿qué me dicen de SUS nuevos comienzos?. ¿Dónde está el renacimiento de ustedes? Este es un momento perfecto para una
renovación. un renacimiento, cuando nos aproximamos a la época
de la Cuaresma y a nuestro preparación
para la Pascua de Resurrección.
Como la mayoría de nosotros ya hemos sido bautizados, necesitamos buscar un
renacimiento diferente; no un evento de toda una vida como es el bautismo, sino
algo que podamos celebrar una y otra vez.
Y ese regalo que podemos celebrar todos los días si así lo deseamos , es la Eucaristía.
No hay nada mejor en este mundo que
la Eucaristía. El ofrecimiento de si mismo que Dios nos hace cada vez
que venimos a misa, es el regalo más
precioso que podemos recibir. Cada vez
que recibimos la Santa Comunión estamos celebrando un cierto
renacimiento de nosotros mismos. Porque
Jesús entra nuevamente a nuestros corazones y a nuestras almas para llenarnos con su gracia y con su
amor. El Sacramento de la Eucaristía es
el centro de nuestro culto. ¡Es tan
especial y tan importante!. Después de
todo, fué el mismo Jesús quien dijo a
sus apóstoles: “Coman, este es mi cuerpo, beban, esta es mi sangre.” Y después les dijo: “Hagan esto en memoria mía.” Jesús quiere que recibamos su cuerpo y su
sangre tan frecuentemente como podamos,
por eso es que El nos dió este extraordinario sacramento. Y es por eso que me siento triste. Me siento triste cuando veo a tanta gente no recibiendo la
communión durante la misa. Para mi, es como ir a un banquete maravilloso
y beber solamente agua y comer unas galleticas; están perdiendo la gloriosa
comida que estamos sirviendo, el punto
central de la celebración.
Confío que puedan remover el obstáculo que los hace
abstenerse de recibir a Jesús durante la misa.
Me gustaría que nuestro nuevo
comienzo fuera tener a más y más gente
recibiendo la Sagrada Eucaristía cada vez que
tengan la oportunidad, para que TODOS los que aquí estén reunidos puedan compartir este
maravilloso misterio que llamamos la Misa.
Para recibir todas las gracias
asociadas con la Misa, necesitamos recibir la Sagrada Eucaristía. Me gusta verlos acercarse con sus brazos
cruzados para recibir una bendición, y
deben continuar haciendo esto si es que por alguna razón ustedes no
pueden recibir la Santa Comunión. Una
bendición es buena, pero, ustedes quieren más, ustedes quieren
algo impresionante!. E impresionante es… ¡la Eucaristía!. Cada vez que reciban la Sagrada Eucaristía
deben sentirse renovados, rejuvenecidos, revitalizados, renacidos!
Y así, si usted tiene algo que lo
mantiene alejado de la Eucaristía, tratemos de esforzarnos y remover esa
barrera. Si usted siente que el pecado
lo mantiene alejado de la Eucaristía, por favor confiese su pecado a un
sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación. Todos nosotros somos humanos y
todos cometemos errrores. La
Reconciliación es otro regalo que nos ha dado Dios, para que podamos acercarnos
a El, cuando nos hemos alejado.
Si por alguna razón se siente “indigno “ de recibir la Santa Comunión, o
tiene alguna pregunta acerca de eso, por favor hable con el Padre, o conmigo, o
con María José, o con cualquiera con quien usted se sienta cómodo haciéndolo. Cualquiera que sea la razón de sentirse renuente
a venir a la mesa del Señor, por favor, vamos a tratar de arreglar ese
problema.
Ahora es un gran momento para un
nuevo comienzo. En el año dos mil
catorce vamos a reconectarnos con Nuestro Señor en la Eucaristía. Realmente pongamos a Jesús en primer
lugar en nuestras vidas. El está ahí en
el tabernáculo. En unos pocos minutos El
estará aquí mismo en esa mesa. Nosotros
necesitamos que El esté aquí mismo- en nuestros corazones y nuestras
almas. El nos ha invitado a este
glorioso banquete. ¿Por qué no decirle
“SI” a Dios en el día de hoy?
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