Sunday, January 12, 2014

Homilia del Bautismo de Jesus



  Hoy celebramos la fiesta del Bautismo de nuestro Señor.  Primero recordemos que Jesús no necesitaba ser bautizado por Juan, porque El no tenía pecados.  Jesús al decirle a Juan que lo bautizara, escogió dar al resto de nosotros un ejemplo que seguir, siendo obediente  a la voluntad de su Padre Celestial.  El demostró su amor por nosotros y por Dios Padre, al permitir que Juan lo bautizara. 
    El bautismo es un volver a nacer.  Debido a  la caída de Adán y Eva, todos nosotros hemos nacido con el pecado original.  El bautismo limpia  la mancha del pecado de nuestras almas y nos vuelve a hacer puros.  Y el remover la mancha del pecado original hace que el bautismo sea importante para nosotros y para Dios.  Dios quiere que todos  estemos cerca de El, que no tengamos pecados.  El sacramento del Bautismo es la primera manera que tenemos de alcanzar  la unidad  con Dios que El desea.
    El bautismo es  comenzar de nuevo.  Todos experimentamos nuevos comienzos en nuestras vidas.  Para mi uno de ellos fué el ser ordenado  Diácono  para que sirviera a la Comunidad Hispana aquí en la Parroquia del Espíritu Santo.  Por favor, permítanme  decirles que ha sido una experiencia maravillosa para mi.  Todos ustedes han sido  muy pacientes, muy  bondadosos   y muy  acogedores  conmigo.  Yo he disfrutado muchísimo el tiempo que he pasado con ustedes.  Yo siempre digo a la gente lo mucho que amo a mi ministerio con ustedes.  Así es que, muchas gracias por hacer que mi nuevo comienzo esté siendo una experiencia tan fantastico.
  Pero todo este  hablar de mi es suficiente…¿qué  me dicen de SUS nuevos comienzos?.  ¿Dónde está el renacimiento de ustedes?  Este es un momento perfecto para una renovación. un renacimiento, cuando nos aproximamos  a la época  de la Cuaresma y a nuestro preparación  para la Pascua de Resurrección.  Como la mayoría de nosotros ya hemos sido  bautizados, necesitamos buscar un renacimiento diferente; no un evento de toda una vida como es el bautismo, sino algo que podamos celebrar una y otra vez.  Y ese regalo  que   podemos celebrar todos los días  si así lo deseamos , es la Eucaristía.
  No hay nada mejor en este mundo que la Eucaristía.  El ofrecimiento  de si mismo que Dios nos hace cada vez que  venimos a misa, es el regalo más precioso que podemos recibir.  Cada vez que recibimos la Santa Comunión estamos celebrando  un cierto  renacimiento de nosotros mismos. Porque  Jesús  entra nuevamente  a nuestros corazones y a nuestras  almas para llenarnos con su gracia y con su amor.  El Sacramento de la Eucaristía es el centro de nuestro culto.  ¡Es tan especial y tan importante!.  Después de todo, fué el mismo Jesús  quien dijo a sus apóstoles: “Coman, este es mi cuerpo, beban, esta es mi sangre.”  Y después les dijo:  “Hagan esto en memoria mía.”  Jesús quiere que recibamos su cuerpo y su sangre tan frecuentemente como podamos,  por eso es que El nos dió este extraordinario  sacramento. Y es por eso que me siento triste.  Me siento triste cuando  veo a tanta gente no recibiendo la communión  durante la misa.  Para mi, es como ir a un banquete maravilloso y beber solamente agua y comer unas galleticas; están perdiendo la gloriosa comida  que estamos sirviendo, el punto central de la celebración.
    Confío  que puedan remover el obstáculo que los hace abstenerse de recibir a Jesús durante la misa.  Me gustaría  que nuestro nuevo comienzo fuera  tener a más y más gente recibiendo  la Sagrada Eucaristía  cada vez que  tengan la oportunidad, para que TODOS los  que aquí estén reunidos puedan compartir este maravilloso misterio que llamamos la Misa.  Para recibir  todas las gracias asociadas con la Misa, necesitamos recibir la Sagrada Eucaristía.  Me gusta verlos acercarse con sus brazos cruzados para recibir una bendición, y  deben continuar haciendo esto si es que por alguna razón ustedes no pueden recibir la Santa Comunión.  Una bendición es buena, pero, ustedes quieren más, ustedes quieren algo impresionante!.  E impresionante es… ¡la Eucaristía!.  Cada vez que reciban la Sagrada Eucaristía deben sentirse renovados, rejuvenecidos, revitalizados, renacidos!
  Y así, si usted tiene algo que lo mantiene alejado de la Eucaristía, tratemos de esforzarnos y remover esa barrera.  Si usted siente que el pecado lo mantiene alejado de la Eucaristía, por favor confiese su pecado a un sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación. Todos nosotros somos humanos y todos cometemos errrores.  La Reconciliación es otro regalo que nos ha dado Dios, para que podamos acercarnos a El, cuando nos hemos alejado.    
   Si por alguna razón se siente  “indigno “ de recibir la Santa Comunión, o tiene alguna pregunta acerca de eso, por favor hable con el Padre, o conmigo, o con María José, o con cualquiera con quien usted se sienta cómodo haciéndolo.  Cualquiera que sea la razón de sentirse renuente a venir a la mesa del Señor, por favor, vamos a tratar de arreglar ese problema.
    Ahora es un gran momento para un nuevo comienzo.  En el año dos mil catorce vamos a reconectarnos con Nuestro Señor en la Eucaristía.  Realmente pongamos a Jesús en primer lugar en nuestras vidas.   El está ahí en el tabernáculo.  En unos pocos minutos El estará aquí mismo en esa mesa.   Nosotros necesitamos que El esté aquí mismo- en nuestros corazones y nuestras almas.  El nos ha invitado a este glorioso banquete.  ¿Por qué no decirle “SI” a Dios en el día de hoy?
                    

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